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Celos invisibles: las pequeñas inseguridades que sabotean una relación sin que lo note

Celos invisibles: las pequeñas inseguridades que sabotean una relación sin que lo notes


Cuando hablamos de celos, la mayoría imagina escenas de drama: revisar el celular de la pareja, discusiones encendidas o reclamos por cada “me gusta” en redes sociales. Pero la verdad es que los celos más peligrosos no son los escandalosos, sino los silenciosos. Esos que se cuelan en las pequeñas inseguridades del día a día y que, poco a poco, desgastan la relación sin que ninguno de los dos lo note.

Los celos invisibles aparecen en frases aparentemente inocentes: “¿De verdad tienes que salir con tus amigos otra vez?” o en silencios cargados de incomodidad cuando tu pareja habla con alguien que te hace sentir inseguro. No explotan, pero van acumulando tensión. Y lo peor es que no suelen hablarse, porque quien los siente piensa que “no es para tanto” y decide callar.

Lo que no decimos se transforma en distancia. Una relación sana no se mide por la ausencia de celos, sino por la capacidad de reconocerlos y comunicarlos con madurez. Decir: “Me sentí inseguro cuando pasó esto, ¿podemos hablarlo?” abre la puerta a la confianza. Fingir que no pasa nada, en cambio, es como dejar una gotera en el techo: al inicio parece inofensiva, pero con el tiempo puede inundarlo todo.



El antídoto no es vigilar más a la pareja, sino aprender a mirar hacia adentro. Preguntarse: “¿De dónde viene este miedo? ¿Tiene que ver con mi historia, con algo que aún no sané?” Los celos invisibles casi siempre son un reflejo de heridas antiguas que no tienen tanto que ver con el otro, sino con lo que aún no hemos resuelto dentro de nosotros.

La próxima vez que sientas esa punzada silenciosa, no la ignores. Date permiso de expresarla sin atacar, con vulnerabilidad y honestidad. Porque en el amor, lo que se oculta crece, y lo que se habla se transforma.

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