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El amor tranquilo: por qué las parejas sanas no necesitan fuegos artificiales todos los días

El amor tranquilo: por qué las parejas sanas no necesitan fuegos artificiales todos los días


Muchas personas confunden amor con intensidad. Creen que una relación sana debe estar llena de gestos grandiosos, sorpresas constantes y una pasión que nunca baje de nivel. Pero la verdad es otra: las parejas más sólidas saben que el verdadero amor no siempre hace ruido. A veces, el amor se siente como un río tranquilo que fluye sin necesidad de tormentas.

El amor tranquilo es ese que no necesita probarse todo el tiempo. No depende de mensajes cada cinco minutos ni de promesas exageradas. Vive en lo cotidiano: en un café compartido en la mañana, en el abrazo que llega después de un día difícil, en el silencio cómodo de quienes ya no tienen que impresionar al otro porque saben que se tienen.

No significa que falte pasión. Al contrario: la pasión es más profunda cuando no se convierte en una exigencia diaria. Las parejas que buscan fuegos artificiales todo el tiempo terminan agotadas, porque ninguna relación puede sostener ese nivel de intensidad sin desgastarse. El amor tranquilo, en cambio, se construye como una casa sólida: ladrillo a ladrillo, con paciencia, confianza y respeto.



Es aprender a valorar lo simple. A comprender que no siempre habrá grandes declaraciones, pero sí pequeños gestos que, sumados, sostienen todo. Un “ya llegué”, un “te guardé tu parte de la cena”, un “avísame cuando llegues” son formas silenciosas de decir “me importas”.

Las parejas sanas saben que no necesitan luces de colores cada día. Porque el amor, cuando es verdadero, no busca espectáculo: busca hogar.

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